Creo firmemente en meter la pata. Yo lo hago constantemente. Una y
otra vez cometo errores y consigo crear situaciones absurdas, tragicómicas y
dolorosas por ser como soy. A veces me gustaría no ser tan cumplidora con mi forma
de ser, alejarme un poco de la figura de un desastre andante, ya que tantas
veces dificulto mi propio camino dando vueltas innecesarias, avanzando un paso
y retrocediendo siete.
Pero también hay algo maravilloso en el vagar de una parte a otra y saber con certeza de no tener las respuestas correctas. Aparte que la
gente que siempre hace lo correcto, esas personas increíbles que siempre tienen
sus casas limpias y los platos fregados, sus camisas planchadas, sus objetos de
valor asegurados, la gente que llega un poco antes a los sitios y que se
acuesta pronto, esa gente me parece sospechosa. ¿Han
tenido esas personas unas vidas de ensayo para llegar a ésta superiores a los demás? ¿Acaso hay un premio que nos dan por cumplidores, una
compensa por las horas tiradas organizando cajones y archivando facturas? ¿O
puede que esta gente tenga miedo de vivir
y por eso nunca se tira al vacío?
Porque si te tiras, puedes caerte de culo. Vivir con el
corazón en la mano es un poco como irte preparando ya para el siguiente
desacierto. Porque te equivocarás una infinidad de veces siendo transparente y
viviéndolo todo desde las entrañas.
Y aún así, lo más horrible que he oído nunca es tratar de no
reírse para evitar las arrugas y no enamorarse por no tener que sufrir. Son dos
conceptos en una sola frase que jamás llegaré a poder entender. Pero sirven
para recordar: una cantidad respetable de marcas en la cara quieren decir que has sabido
disfrutar de lo poco que dura la vida y un corazón listo para sufrir que no has
perdido la ilusión.
Mis siguientes meteduras de pata no tardarán en llegar. Las arrugas
tampoco. Pero la ilusión y las ganas de vivir ya están aquí.
imagen: summer sleep // irving penn
LooL
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