05 octubre 2013

Érase una vez


























Puede que te cruces en la calle con alguien de tu pasado y te des cuenta de la cantidad de tiempo que ha pasado desde el último encuentro. Y ese tiempo no necesariamente ha seguido los mismos parámetros para los dos. Puede que a ti el tiempo te haya llevado a otra dimensión, tu abrazo y tus besos sólo siendo por cumplir, mientras que a él tus besos aún sepan a tu piel y tu olor a lo de tu pelo. Puede pasar.

El tiempo siempre nos perdona al final. Nos hace recordar las cosas más bonitas y borrar las que merecen ser olvidadas. El tiempo es todo menos cruel. Todo lo suaviza, hasta que se nos queden los recuerdos, esos trocitos de nuestras almas que decidamos seguir llevando en nuestros seres - esos pedacitos de nuestras vidas que nos hacen ser personas.

Los recuerdos somos nosotros y la memoria es el fondo de nuestro ser. Pero el tiempo todo lo confunde y lo altera también. Así que lo que para uno era una historia de amor, para otra no era nada más que una época confusa, nada merecedora de ser recordada. Y esas dos historias son igual de veraces. Pero cuando las dos percepciones del tiempo y de la historia se encuentran por la calle, a una los abrazos y los besos sólo son por cumplir y al otro le recuerdan de algo que se perdió para siempre. Y luego el tiempo borrará también esas historias y sólo quedarán los dos seres siguiendo su camino. Para volverse a encontrar o no.


imagen: ni idea, lo siento.

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