24 agosto 2013

Sobre pajaritos





















Hay que ser muy valiente para amar a alguien y cobardes somos la mayoría.

Muchas veces me he sentido como una pajarita atrapada en una jaula, muriéndose de tristeza al ver el cielo y no poderlo alcanzar. En otras ocasiones he creído haber podido atrapar al pajarito, poderlo tener capturado todo para mí, intentando tener cuidado para no dejarlo escapar jamás.

La verdad es que al pajarito no lo puedes atrapar. Va y viene como quiere. Si eres muy afortunada, vuelve la tarde siguiente. Y la siguiente también.  Al que no vuelva le damos las gracias por haberse pasado por nuestras vidas y le deseamos suerte. Un día puede que se nos presente uno que se mete dentro de la jaula todo solito. A él le dejamos la puerta abierta y vemos qué tal avanza la cosa.

Y, si logramos a superar el miedo…  es cuando empieza la verdadera aventura.

(No pienso convertir este espacio en un sitio sentimentaloide, no hay motivo como para alarmarse.)



 imagen: Banksy

07 agosto 2013

Alas para volar




Hace poco escribí una cosa que, curiosamente, sólo al volver a leerla algo más tarde cobró sentido y me llegó a impactar.

De ahí un poco el nombre de este blog (bueno, hay otro referente más claro aún, cómo alguien se habrá dado cuenta ya…) y también el valor y la determinación como para empezar a escribirlo. Y de ahí muchas más cosas, cambios que llamaría fundamentales en cuanto a mi propia vida se refiere.  

Me he estado preguntando cosas. ¿Cómo me gustaría vivir la vida y quién me gustaría ser en esta película cuya protagonista soy yo, quiera o no? ¿Cuál es el papel que quiero ocupar y qué tipo de presencia tener en ella? En fin, ¿cómo quiero yo vivir? ¿Siendo feliz o infeliz? ¿Disfrutar, sentirme llena y satisfecha o hundirme por estupideces y dejar que cosas insignificantes me hagan venir abajo?

Creo que muchas veces somos infelices porque queremos serlo. Porque tenemos miedo a cambiar las cosas que nos impiden sentir felicidad y disfrutar de lo que la vida nos puede dar. Al menos veo que este ha sido mi caso. Y ahora que intento olvidar el miedo al fracaso y la negatividad, tratar que  no me aten los pies (ni las alas) esos dos pecados mortales, se me ocurren una infinidad de cosas que quiero - ¡y puedo! – realizar.

Esta es una sensación nueva para mí. ¡Y es embriagadora!
                                                                
Si alguien se pregunta qué fue lo que escribí para llegar a pensar en todo esto…

Es el miedo que nos ata las alas y cuando lo pierdes ¡puedes volar! Gracias por haberme dado las alas. Un día de estos las extenderé y me dejaré llevar por el corriente de aire.

Poco a poco voy viendo qué tal se me da esto de volar.



imagen: ni idea, lo siento.